Desde luego que el intelecto es un buen motor del buen
rendimiento. Las destrezas cognitivas como el pensamiento panorámico o una
visión a largo plazo resultan particularmente importantes. Pero cuando se
calcula la relación de las destrezas técnicas y el coeficiente intelectual
frente a la inteligencia emocional como ingredientes de un rendimiento
excelente, la inteligencia emocional ha demostrado ser el doble de relevante
que los otros dos ingredientes en trabajos de cualquier nivel. Además,
los analisis han mostrado que la inteligencia emocional juega un papel importante
en los puestos más altos de las empresas, en los que las diferencias en cuanto
a las destrezas técnicas tenían una importancia insignificante. En otras
palabras, cuanto más alta era la posición de una persona considerada como un
empleado de magnifico rendimiento, más se percibía que sus capacidades
relacionadas con la inteligencia emocional eran la razón de su efectividad.
Cuando se comparan los empleados de alto rendimiento con aquellos que
presentaban un rendimiento promedio, todos ellos en puesto de liderazgo, cerca
del 90% de las competencias que los distinguían eran atribuibles a factores de
inteligencia emocional, más que a aptitudes puramente cognitivas. Otros
investigadores han confirmado que la inteligencia emocional no solo distingue a
los líderes destacados, sino que también puede relacionarse con los que ofrecen
grandes resultados.
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