Si bien, la obesidad no se le considera como una enfermedad,
es un determinante de ella. Esto se debe a que en un futuro acarrea
enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión arterial, angina de pecho,
aumento de riesgo cardiovascular. Creíamos que la obesidad tenía que ver con un
consumo alto en grasas e hidratos de carbono, pero lo que condiciona el muy rápido
crecimiento es la ingesta excesiva de proteína en los dos primeros años de
vida, que buena parte se encuentra en las leches artificiales. La leche materna
tiene un efecto protector contra la obesidad infantil y del adulto y se
aconseja que sea exclusiva durante los seis primeros meses de vida y
continuarla hasta los dos años de edad.
Diversos estudios han mostrado que la lactancia materna protege
contra la obesidad en la vida adulta. Este hecho ha sido explicado por la
presencia de una proteína en la leche materna conocida como leptina, si bien es
cierto que no es exclusiva de la leche materna, se encuentran altas
concentraciones en la leche humana. El tejido adiposo y el estómago son otros
sitios donde se le ha aislado. Palou, un investigador español, demostró en
ratas recién nacidas, que el hecho de agregar pequeñas cantidades de leptina a
la leche artificial, previene la obesidad en la vida adulta1 y existen indicios muy sólidos de que lo mismo sucede
en seres humanos2.
La función de la leptina es defendernos frente al
desarrollo de la obesidad y los problemas médicos asociados. Si uno consume
adecuadas cantidades de leptina durante la lactancia está protegido de acumular
peso en la edad adulta. La lactancia materna es la manera más económica de
protección de la salud infantil, cuanto más prolongada sea la lactancia materna
mayor protección tendrá el ser humano contra la obesidad 3-5
1.
Pediatrics 2005, 115, 22
2.
Obesity 2006, 14, 1371
3.
Obesity 2016, 24, 6, 1213
4.
JAMA 2001, 285, 2461
5. Arch Dis Child 2003,
8, 793
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